martes, 17 de mayo de 2016

La Revolucion Francesa y sus consecuencias


Uno de los sucesos mas relevantes del siglo XVIII fue la Revolución Francesa, y esta marca el fin de un periodo en el que reinaba la monarquía, y la voz del pueblo era irrelevante para los poderosos de aquel tiempo.
Entre las consecuencias de esta revolución se encuentran:

Caída del absolutismo 
Una de las reformas producidas por la revolución, fue el paso del absolutismo monárquico a la monarquía parlamentaria y la república. El absolutismo es el sistema político en el que se confiere todo el poder a un solo individuo o a un grupo. En el caso del absolutismo monárquico ese único individuo es el rey. En Francia, el absolutismo lucía claramente sus excesos. El poder se hallaba en manos de Luis XVI: joven bien intencionado, pero de modestas condiciones intelectuales, irresoluto y excesivamente influido por María Antonieta, su esposa y por el círculo de amigos y cortesanos que le rodeaban. 


Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano 
Si bien no fue una consecuencia de la Revolución ya que sucedió en el transcurso de ésta, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, fue uno de los primeros hechos desencadenados por ella. 
El 26 de agosto de 1789, la Asamblea Constituyente aprobó un documento que contenía las ideas políticas de la burguesía: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Éste fue redactado a fin de proporcionar un marco previo a la redacción de una constitución en los primeros momentos de la Revolución Francesa. 
Este documento revistió una doble importancia: no sólo se convirtió en la base de la futura Constitución sino que también expresó la tendencia universal de la Revolución Francesa. 

Nacionalización de los bienes de la Iglesia 
Los problemas financieros que soportaba Francia llevaron a la nacionalización de los bienes del clero. La medida fue propuesta a la Asamblea Constituyente por Telleyrand, obispo de Autun: incautar los bienes eclesiásticos y proclamarlos bienes nacionales. Con su venta se pensaba resolver los problemas económicos del Estado. 
Los servicios públicos a cargo de la Iglesia pasarían a manos del Estado; los sacerdotes recibirían un sueldo del gobierno, como cualquier otro funcionario. 
La venta de los bienes nacionalizados comenzó en marzo de 1790: se transfirieron una gran cantidad de tierras, que fueron compradas por burgueses y campesinos acomodados. De esta manera se aseguraba también la fidelidad de esos grupos a la revolución. 
Otras medidas de la Asamblea desataron un grave conflicto: la abolición de las órdenes religiosas y la "constitución civil del clero", votada el 12 de julio de 1790.

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