Más allá de la sociedad disciplinaria
Se diferencian dos sociedades, la sociedad disciplinaria, la
que contaba con multitudes de reglas, cárceles, psiquiátricos, fábricas,
cuarteles, etc. un espacio delimitado donde nadie “salía de la caja” si no que
todos eran rutinarios y lo innovador no es algo interesante. A diferencia del
siglo XXI, llamado la sociedad de rendimiento, donde toda innovación es
bienvenida y las personas no son sujetos de obediencia y tienen todo el derecho
de transformación: donde la disciplina no es tan tomada en cuenta y se enfoca
en lo que hace al ser humano conforme y en cierto sentido, feliz.
La sociedad de rendimiento no tiene límites y se enfoca en
un pensamiento positivo, innovador y productivo. Se olvidan los enfoques de
prohibición que en algún momento bloquean la mente humana y lleva la producción
a un límite en vez de a una meta. Pues
al final de cuentas, el poder no quita el sentimiento del deber.
Se realiza una similitud con la condición que presentan
algunos llamada depresión. Una de las razones por la cual se logra la depresión
es cuando el ser humano se cansa de luchar por si mismo, pues sus fuerzas se
encuentran en si mismo y no de nada externo. De esta misma forma se logra la
desmotivación e improductividad. Cuando el individuo no se siente obligado o
cohibido, logra progresar y producir más.
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